+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
Reflexión
Como Iglesia estamos celebrando la tercera semana del Tiempo durante el Año (Tempus per annum), también llamado “tiempo ordinario”. En el día de hoy interrumpimos el “propio del tiempo” debido a que el Calendario Romano nos invita a celebrar la Fiesta de la Conversión de San Pablo, la cual por tener la categoría de “Fiesta” tiene lecturas propias. El texto del evangelio está tomado de la conclusión canónica del Evangelio según San Marcos, esta “conclusión canónica” es un breve resumen de las conclusiones de Mateo, Lucas y Juan escrita y agregada posteriormente. Marcos nos dice que Jesús resucitado se aparece a los Once (Mc 16,14) y después de amonestarlos le da una orden misionera y evangelizadora: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15), este es un mandato impresionante que, no sólo los Once, sino también todos los discípulos y discípulas a través de la historia se han esforzado por cumplir. Nosotros que hemos recibido el anuncio gozoso del Evangelio no nos podemos quedar callados, somos “discípulos misioneros” que no podemos guardar el mensaje de Jesús sólo para nosotros, también tenemos que cumplir con la voluntad de Jesús: Vayan y anuncien la Buena Noticia a todas las gentes, Vayan y al que crea, bautícenle, Vayan y en mi nombre expulsen el mal, Vayan y utilicen un nuevo lenguaje, Vayan y sanen a los enfermos ungiéndolos en mi nombre. Esto es lo que hizo Pedro, antes llamado Simón hijo de Juan, en Jerusalén, Antioquía y Roma; esto es lo que también hizo Pablo, antes llamado Saulo de Tarso, en toda Europa con sus cuatro viajes misioneros, desde que se convirtió en Damasco (Hch 9,1-22; 22,3-16) hasta su martirio en Roma.
¿Me he convertido al Evangelio o todavía me falta? ¿Testimonio al Señor Jesús en todos lados? ¿He participado en misiones rurales o urbanas?
