Hay una fuerza inmensa de transformación de las almas que está encerrada en la
caridad. Creado el hombre a imagen y semejanza de Dios se siente atraído a colaborar
en las obras de Dios.
Cuando un joven no ha encontrado una obra que lo tome por entero, no rinde todas
sus posibilidades, parece un caminante cansado, perdido en una ciudad extraña, pero
cuando aparece una empresa que vale la pena, deja escapar un grito de liberación.
¡Por fin he hallado algo a qué dedicarme! Ha comprendido que su vida va a tener un
sentido, pues, el hombre, como Dios, goza más dando que recibiendo.
Hay mucho heroísmo latente en nuestros jóvenes. Hay en ellos energías inmensas que
requieren de alguien que las despierte y les muestre una causa lo bastante grande
para ser digna de su vida.
¡Cuántos hombres habrían sido diferentes si hubieran encontrado en su vida alguien
que hubiese tenido fe en ellos, alguien que hubiese sabido penetrar la corteza de
indolencia y apatía que cubre los grandes valores del alma como el carbón cubre el
diamante; pero se necesita un experto y sobre todo un hombre que tenga fe en el
hombre y en la gracia de Dios, siempre dispuesta a ayudar a la más noble de sus obras!
¿Qué me dice el Señor Jesús hoy?