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Mateo 4, 25- 5, 12 – Alégrense y regocíjense

1 de Noviembre 2018     Freddy Araya    
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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y Él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas». Pero Él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.
Palabra del Señor.

Reflexión

En este texto, Jesús habla de gente feliz. Va nombrando una lista de gentes felices. Va describiendo los por qué de su ser felices. Este evangelio cobra especial sentodo en el momento en que la Iglesia  celebra la Fiesta de Todos los Santos y el hecho de que haya querido reconocer y recordar a todos aquellos hombres y mujeres que sin haber sido canonizados pasaron su vida -como el Señor- haciendo el bien. Es un motivo de verdadero gozo y esperanza poder celebrar que siempre hubo hombres y mujeres que descubrieron la fuerza y ternura de Dios, como Jesús, que se abrieron confiadamente a él, que se dejaron construir por él y que se convirtieron así en personas de referencia, a las que miramos con orgullo y agradecimiento, con esperanza y con una cierta envidia, pues ¡quien pudiera ser, algo por lo menos, como fueron esas personas! Todos ellos y ellas siguen enviándonos su luz: su amor sin límites por los más pobres, su pasión por la justicia y por la paz y su sencillez en el servicio a los demás.
¿Qué me hace feliz realmente? ¿cómo estoy viviendo la llamada a la santidad que El Señor me hace?

Categories: Evangelio diario

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