La claridad con que se ve a Dios -y se le ama- en el prójimo, nos da la medida de nuestra coherencia espiritual. Esa es “la iluminación de los ojos del corazón” (Ef. 1,8), esa es la mejor prueba que esta vivo y permanece el germen de Dios. Ese germen divino no es otra cosa que el principio de vida, el Espíritu que es, al mismo tiempo, personificación y fruto del amor…. read more