¡Señor, Vida mía!
Tú lates en el corazón de mi existencia.
El Amor con que me quieres
es como el aire que respiro
como el viento que me sacude
y que empuja mi barca.
Sí, Tú me envuelves,
Tú vives dentro de mí
y eres aliento de mi vitalidad.
Tú me haces estremecer de dolor y de júbilo.
¿A dónde podría huir para dar otro sentido a mi vida?
¿Diré pues: me encerraré en mi oscuridad
para adorarme a mí mismo?
No podría, porque tu luz todo lo penetra.
Tú eres quien ha concebido la trama de mi existencia,
Tú mismo trazas mi bordado.
Cuando en el vientre de mi madre
ibas tejiendo de la nada
tu proyecto sobre mí,
ya tenías ante ti toda mi vida.
En tu corazón se diseñaba un camino: ¡mi camino!
¡Dios mío! Los proyectos de los hombres,
cuando se apartan de Ti,
de tu proyecto de amor,
se resquebrajan
y llevan a la destrucción del mundo y a la muerte.
¡Dios mío! Penetra en mis secretos,
da cumplimiento a tu proyecto…
que no me fascinen otros caminos.
¡Porque sólo Tú eres mi camino, Señor!
¿Qué le dices al Señor al terminar el día?