«Todo amor a mí mismo parte de la valiente aceptación de mí mismo ahora, aquí y así. Con amor al que fui y esperanza en el que seré…
«Amarse a sí mismo es, pues, fundamentalmente aceptarse, y aceptar al hombre que soy y su circunstancia. Y mi circunstancia más íntima es que soy yo y no otro…
«La no aceptación de mí mismo vive -si eso se puede llamar vida- empleando la existencia en preguntas absurdas porque no responden a cuestiones reales, me escamotean la verdad de la vida, y no pueden tener respuestas reales sino quiméricas. Y los porqué se multiplican hasta el infinito. En tanto me hacen vivir en la no realidad ni afrontarla desde donde soy, contribuyen a que yo no sea yo, a que no me acepte, a que no me ame, porque vivo en función de alguien que pudo ser, pero que no soy yo; porque vivo entonces en un mundo de quimeras. Y amarse a sí mismo es ser fiel a la realidad y desde la realidad tratar de ser más yo mismo…
«Si nos amamos y aceptamos nosotros mismos, aceptaremos nuestro pasado. Y en él, nuestros pecados que sabemos ya bajo el signo salvador del amor de Dios… Un amor auténtico lleva siempre implícito el perdón (Mt. 18,15-35; Lc. 17, 3-5)… No me reconcilio con el yo que soy, porque, en el fondo, me exigiría renunciar a ese personaje que quiero presentar o representar aun ante mí mismo.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?