Lee atentamente,
«Aborrecer», la clave del cambio. En el pecado, el único punto de referencia era el yo. El punto clave del pecado es la soberbia: me constituyo en ombligo del mundo; me quedo solo porque no tengo otro punto de referencia. «Las penas que padecen los dañados» es la experiencia de la persona que ha caído en este callejón sin salida que es el vacío del ser, es como la destrucción del propio proyecto humano. Por eso sólo en la medida en que empiezo a aborrecer el mal que he causado, y al mismo pecado que se comete, viene la posibilidad de no hacerlo más. Solo de esta manera podría volver a ordenar las cosas y casi como “volver a empezar”.
¿Cuáles son aquellos pecados que más aborrezco?
¿Qué me dice el Señor en ellos?
¿A qué me invita en este día?