+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?” Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.
Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y además: “El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte”. En cambio, ustedes afirman: “Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…” En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la Palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como éstas, hacen muchas otras cosas!”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Comienza hoy San Marcos el relato de la controversia sobre la pureza. Los fariseos y escribas procedentes de Jerusalén critican a Jesús y sus discípulos por no realizar los lavados rituales antes de comer. En efecto los fariseos querían extender las leyes de pureza ritual, que el Antiguo Testamento exigía a los sacerdotes, a todo el pueblo de Israel; por eso Marcos explica que se lavan las manos (hasta los codos) con abundantes cantidades de agua (a “puñados”) y no sólo las manos sino también una serie de utensilios. Jesús reacciona acusándolos de hipócritas (es curioso que esta palabra griega describa al actor que oculta su rostro con una máscara), o sea, falsos y se apoya en la cita de Isaías 29,13 (ver también Sal 62,5 y Sal 78,36-37). Con esta cita Jesús les dice a los fariseos que ellos honran a Dios con su pura boca ya que las doctrinas que enseñan son sólo preceptos humanos y que no provienen de Dios; más todavía el Señor los acusa de rechazar el mandamiento de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres. Entonces el Maestro Nazareno pone un ejemplo concreto con la violación descarada del cuarto mandamiento (honrar padre y madre) por parte de los fariseos con la práctica de la “ley del korbán” (qorbán en arameo significa don u ofrenda); con el korbán los hijos declaraban ofrenda sagrada sus propios bienes para no socorrer a sus padres en sus necesidades, anulando así la Palabra de Dios. «Y así sucedía que [comenta San Jerónimo], mientras el padre y la madre estaban en la indigencia, los hijos ofrecían un sacrificio, que consumirían los sacerdotes y escribas». «Pues ellos distribuían al pueblo su norma de conducta externa e insípida, mezclándola con la ley divina» (comenta Gregorio de Elvira).
¿Honro a Dios de todo corazón o sólo con los labios? ¿Valoro la Palabra de Dios por sobre todo en mi vida? ¿Socorro, ayudo, acompaño, sostengo a mis padres y mis abuelos?