+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de Él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”.
Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”.
Entonces Él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.
Palabra del Señor.
Reflexión
San Marcos inicia una nueva sección compuesta de tres milagros y una controversia cuya temática consiste en las afirmaciones sobre la identidad de Jesús y la correspondiente incomprensión de sus discípulos. Hoy leemos el relato de la curación de la hija de una pagana. No está muy claro el porqué, pero el evangelista nos dice que Jesús se retiró a la región de Tiro, al noroeste de Galilea, que era de población totalmente pagana; quizá quiso el Señor ir a descansar o reflexionar, pero se corrió la voz de que él andaba en la región. Entonces una mujer pagana (griega dice el original) o sea, de religión no judía y de nacionalidad siro-fenicia, es decir no nacida en Israel, se acerca al Señor y se postra ante sus pies suplicándole por su hija que estaba poseída por un demonio. Jesús le da una respuesta sorprendente: “deja que primero se sacien los hijos”, refiriéndose a los judíos, este dicho refleja la idea del orden de la salvación como dice Pablo: “primero al judío, luego al griego” (Rm 1,16). Después el Maestro de Nazaret agrega otro dicho sorprendente: “no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”. Cabe recordar que los escritores judíos solían describir a los paganos o gentiles como “perros”. La frase de Jesús suaviza el dicho ya que en vez de usar la palabra kyon (=perro) usa kynárion (=perrito, perrillo, cachorro). Ante esto la mujer sorprendentemente no se echa atrás y le responde que los cachorros se comen las migajas que caen de la mesa de los hijos (ver Jc 1,7), entonces Jesús se sorprende por la fe de la mujer y le dice que, por lo mismo, ya puede retirarse porque su hija esta sana y así lo comprobó ella en su casa.
¿Se parece en algo mi fe a la de mujer siro-fenicia? ¿Confío en los planes de Dios, aunque a veces no los entienda del todo? ¿Conozco o he conocido a alguien con una fe en el Señor inquebrantable y ejemplar?