+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?” Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer hemos iniciado la Segunda semana del Tiempo durante el Año. En el día de hoy continuamos con la lectura del Evangelio según San Marcos, el cual después de habernos presentado la comida con los pecadores, ahora nos trae la discusión sobre el ayuno que corresponde a la tercera controversia, de un total de cinco, de esta sección. En esta ocasión Jesús es cuestionado por los fariseos y por los discípulos de Juan Bautista sobre por qué sus discípulos no ayunan como sí lo hacen ellos. En la tradición israelita el ayuno se asociaba a dos circunstancias: la llegada de una desgracia, siendo el ayuno señal de duelo, o la inminencia de un acontecimiento importante, siendo el ayuno señal de preparación. Hay que saber, sin embargo, que el único ayuno prescrito en la Sagrada Escritura era anual, para el día del perdón (Ver Lv 16,29). Pero los fariseos practicaban ayuno dos veces por semana (ver Lc 18,12) y parece que los discípulos de Juan Bautista también, por eso cuestionan directamente a Jesús: “si tienes discípulos, ellos deberían ayunar”. Pero el Señor les dice que no ayunan porque celebran su presencia en medio de ellos como el Esposo en la fiesta de bodas. Jesús usa la imagen bíblica de Yahvé como Esposo del pueblo de Israel (ver Os 2,18; Is 54,4-8; Is 62,4-5; Ez 16,7-63), Jesús es Dios con nosotros, no hay motivo para que los discípulos y las discípulas ayunen, porque no hay duelo ni preparación porque el Señor está aquí y colma de felicidad sus corazones. Los dichos sobre el vestido y el vino tienen la función de reforzar la idea de que en la persona y en el ministerio de Jesús han llegado los tiempos mesiánicos y por lo tanto las antiguas prácticas religiosas ya nos son adecuadas.
¿Soy consciente de la presencia del Señor en medio de mi vida? ¿Soy feliz habiendo conocido al Señor? ¿He practicado ayuno, en Cuaresma, por ejemplo?