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Mateo 8,1-4: «Señor, si quieres, puedes purificarme.»

25 de Junio 2021     Freddy Araya    

26-11-2018

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme.» Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» Y al instante quedó purificado de su lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarse al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio».

Palabra del Señor.

Reflexión

Hemos terminado la lectura del Sermón de la montaña, el primero de los cinco discursos de Jesús presentados por San Mateo. A continuación, el evangelista nos presenta una serie de diez milagros del Señor, quizá haciendo referencia a las diez plagas obradas por Moisés y Aarón. Estos prodigios pretenden mostrar que Jesús no se queda sólo en la palabra (Mesías de la Palabra), sino que pasa a la acción (Mesías de la Acción); Jesús insistió, en el sermón, en la exigencia ilimitada del amor al prójimo, ahora pasa a la acción demostrando que su amor se traduce en hechos. La serie de milagros empieza con tres de ellos que nos muestran al Señor tendiendo su mano a personas que eran consideradas marginales en la sociedad judía de esa época: un leproso, un sirviente (esclavo), una mujer mayor enferma. El primero es el leproso; era común la costumbre en el oriente medio de separar de la sociedad a los leprosos, los judíos lo hacían por motivos sanitarios y religiosos, pues ellos consideraban que un leproso era alguien “castigado” por Dios, herido y marcado como impuro, era un “muerto en vida”, y cualquiera que tocara a un leproso adquiría impureza ritual. El leproso del relato, incumpliendo la ley, en vez de gritar: ¡leproso! y alejarse, se acerca a Jesús y se postra ante Él, demostrando que lo reconoce como el Hijo de Dios y, adorándolo, le dice: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Estas hermosas palabras muestran una inmensa fe y total abandono en la persona de Jesús; el leproso sabe que Jesús puede curarlo, pero no sabe si el Señor quiere curarlo; Jesús, rompiendo la ley y la exclusión, toca al leproso con toda su bondad y le dice: «Lo quiero, queda purificado». Al instante el leproso queda sano y puro.

¿Cómo es mi confianza en Jesús, sobre todo en la enfermedad y en la Pandemia que nos azota? ¿Cómo es mi preocupación por los enfermos? ¿En qué medida me preocupo por los marginados? 

Categories: Evangelio diario

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