+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
El evangelio de hoy presenta dos otros ‘hay’ que Jesús pronuncia contra los líderes religiosos de su época. Los dos ‘ay’ de hoy denuncian la falta de coherencia entre palabra y actitud, entre el exterior y el interior. Igual que ayer, la Palabra de Dios nos interpela y nos llama a mirar nuestra vida ¿Cómo vivimos nuestro amor a Dios, nuestra entrega diaria? Si Jesús llamó hipócritas a algunos de su tiempo ¿cómo se referiría a nosotros?… ¿no será que, en el fondo, también cultivamos la hipocresía? Muchas veces, vivimos de apariencias, no somos todo lo sinceros que deberíamos ser a la hora de anunciar el Evangelio, dejamos a un lado lo más importante, la Ley la Justicia, La Misericordia, la Lealtad. De este modo, damos la espalda a quien necesita encontrarse con el rostro misericordioso de Dios. Santa Mónica, a quien hoy celebramos, vivió la misericordia de Dios. Fue fiel a lo que sentía, y su amor a su hijo hizo que san Agustín pusiese su corazón en Dios. Con confianza y humildad, dejemos que la Misericordia de Dios actúe en nosotros.
Jesús, con la claridad (y dureza), de sus palabras, nos invita a reflexionar, a mirar dentro de nosotros y preguntarnos: ¿Cómo aplicamos la ley, lo hacemos con justicia verdadera? ¿Somos misericordiosos con los demás, perdonamos, abrimos nuestro corazón a los demás? ¿Somos sinceros con los demás? ¿Y con nosotros mismos?