+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”
Jesús, que había oído, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy en el evangelio encontramos un nuevo relato de llamada: se trata de la de un publicano. Leví tenía todas las contraindicaciones para formar parte del séquito de un profeta; era considerado traidor a su pueblo y colaborador con el poder romano opresor; e incurría constantemente en impureza, al tratar con los funcionarios paganos para entregarles lo recaudado. Por eso es bueno recordar que ya desde el principio, el evangelio nos presenta a Jesús acercándose a los pecadores y “gente de mala fama”, ante el escándalo de los “bienpensantes” de entonces. Aunque esta actitud de Jesús la hemos oído un millón de veces… nos tiene que seguir llenando de alegría y de consuelo, porque todos engrosamos las filas de los pecadores… y gracias a él también las filas de los perdonados. Ojalá este evangelio nos haga romper para siempre la imagen de un Dios castigador y severo que solo busca castigarnos por nuestros pecados.
Jesús dice que vino a llamar a los pecadores. Existen leyes y costumbres en nuestra iglesia que impiden a los pecadores el acceso a Jesús. ¿Qué podemos hacer para cambiar estas leyes y costumbres?