+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy nos habla del episodio de la mujer que fue acogida por Jesús durante una comida en casa de Simón, el fariseo. Tres son los protagonistas de este evangelio: “una mujer de la ciudad, una pecadora”, el fariseo Simón y Jesús. Es fácil sospechar que la mujer pecadora había oído alguna predicación de Jesús, le habría oído afirmar que Dios es nuestro Padre, un Padre que nos ama, que es capaz de perdonarnos hasta setenta veces siete… y las palabras de Jesús habían llegado hasta el fondo de su alma, y saltando todo los prejuicios sociales se adentró en casa del fariseo Simón a expresar su cariño a Jesús, y no encontró otra manera mejor de demostrárselo que regándole los pies con sus lágrimas de arrepentimiento, con sus cabellos y con un perfume. Simón también había escuchado alguna predicación a Jesús, y Jesús también había tocado su corazón, por eso, Simón se atrevió a invitarle a su casa. Pero la acción de la mujer pecadora con Jesús y la de Jesús con la pecadora… le sobrepasaba. No podía concebir que Jesús tuviese ese trato con la pecadora. Y Jesús, el tercer protagonista, tuvo que explicarle a Simón que había venido a ofrecer a los pecadores su amor y, por tanto, su perdón. “Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”. Quien ama… queda perdonado. Sin duda, el Evangelio es muy iluminador Dios es Dios de misericordia, de perdón. Dios es amor y sólo el que ama mucho es capaz de perdonar mucho. Así es Jesús. Así es Dios.
¿Con qué personaje del evangelio me identifico más? ¿cómo reconozco y agradezco la misericordia de Dios?