+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy y de mañana presenta algunas recomendaciones sobre la relación con los bienes materiales, explicitando así cómo vivir la pobreza de la primera de las bienaventuranzas. Hoy especialmente nos presenta las dos primeras recomendaciones: no acumular bienes y no mirar el mundo con ojos malos. El Maestro quiere dejar bien claro que el auténtico tesoro no radica tanto en lo acumulado aquí en la tierra, sino lo que vayamos sumando para el cielo, expresión que alude tanto a vivir con estilo trascendente como a arrimar el hombro a las tareas del Reino de Dios como único y mejor tesoro. Todo esto porque cualquier posesión que tengamos, exige preocupación, cuidados, estar atentos para que no se estropee o nadie nos la robe. Hoy el evangelio nos recuerda que Jesús nos trae el tesoro más grande que hay: el Reino de Dios. Procuremos entonces que otras “riquezas” no nos distraigan de guardar este preciado tesoro.
¿Cómo ayudamos en la comunidad a poner el corazón al servicio de nuestro mejor tesoro, la construcción del Reino?