+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”.
Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Avanzamos hoy en la lectura semicontinua del Evangelio según San Marcos, quien nos mostrará cómo Jesús será rechazado en Galilea. Nuevamente vemos un “encuentro” entre Jesús y sus parientes, que naturalmente está relacionado con el anterior ya narrado el sábado 20 de enero (ver Mc 3,20-21); pero podemos ver que las dos escenas se contraponen, porque la primera es una irrupción un tanto “violenta”, ya que sus parientes van con la clara intención de llevarse a Jesús porque lo creen loco, oponiéndose a la obra salvadora de Dios obrada en el Hijo, al igual que lo han hecho los escribas; en cambio la segunda, la que leemos hoy, nos describe un acercamiento pacífico. En este grupo de parientes se incluyen los hermanos y hermanas de Jesús y su Madre, ellos no llegan hasta Jesús (de hecho, se quedan fuera), porque Él está rodeado de muchos discípulos. Al enterarse el Señor Jesús de que su familia de Nazaret lo está buscando plantea a los oyentes ahí presentes una pregunta catequística: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” (Mc 3,33b). Da la impresión de que Jesús tuviera que escoger con cuál de las dos familias se va o se queda, su familia carnal o sus discípulos; y mirando a su alrededor a sus discípulos y discípulas, los indica a ellos como su nueva familia, los que están con Él y cumplen la voluntad de Dios. De este encuentro se concluye que ya no es la sangre el criterio de fraternidad, sino la pertenencia al grupo de sus seguidores. Por último, es bueno advertir que en este texto no hay, todavía, ningún tema mariológico; al evangelista San Marcos sólo le interesa, en este texto, señalar la contraposición entre familia terrena y familia espiritual.
¿Cumplo la voluntad del Señor? ¿Siento que soy parte de la familia de Jesús? ¿Creo que mis hermanos y hermanas discípulos de Jesús, son de verdad mis hermanos(as)?