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Lucas 11,1-4: Señor, Enséñanos A Orar

11 de Octubre 2023     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación».

Palabra del Señor.

Reflexión

En el día de hoy el Evangelio según San Lucas nos introduce en la instrucción sobre la oración (Lc 11,1-13) que hace Jesús en su largo y decidido camino hacia Jerusalén para su Pascua y que se inicia con el Maestro orando a solas y luego enseñando a sus discípulos la oración del Padrenuestro, la cual trae, en esta versión de Lucas, cinco peticiones (Mateo, en cambio trae las siete peticiones que conocemos y rezamos) dos relativas a la gloria de Dios y tres relativas a las necesidades humanas. La oración empieza con la palabra Padre, que refleja la costumbre de Jesús de llamar a Dios Abbá (ver Mc 14,36; Gál 4,6; Rm 8,5), como se le llamaba al papá en la intimidad familiar, eliminando así la enorme barrera sacral que los judíos ponían entre Dios y los hombres. Santificado sea tu nombre hace referencia a la promesa de Dios de sacar a su pueblo de entre los paganos para dedicarlo al servicio de su santidad, siendo así un pueblo de reyes, un pueblo de sacerdotes, un pueblo santo. Venga tu Reino hace referencia al mismo Jesús y su misión de predicador del Reinado de Dios; decidirse a favor de Reino es optar por Jesús y su Evangelio. Danos cada día nuestro pan cotidiano, refiere a las necesidades diarias y apremiantes como son el sustento necesario y también la Eucaristía. Perdona nuestros pecados, invita a confiar en el Padre Celestial rico en misericordia y a tomar a Dios como modelo de perdón. No nos dejes caer en la tentación, pide a Dios que no permita que sucumbamos ante la tentación (ver Sant 1,13-15) ya sea en el día a día o en el ataque final del Demonio el último día.

Me doy un instante para meditar con calma cada una de las peticiones del Padrenuestro, puedo rezar la primera petición, hacer silencio, repetir la misma petición en voz alta o en el silencio de mi interior y así sucesivamente con las demás peticiones.

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