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Mateo 9, 27-31: Ten Piedad De Nosotros, Hijo De David

2 de Diciembre 2022     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”.
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó:
“¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?”
Ellos le respondieron: “Sí, Señor”.
Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Que suceda como ustedes han creído”.
Y se les abrieron sus ojos.
Entonces Jesús los conminó: “¡Cuidado! Que nadie lo sepa”.
Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

Palabra del Señor.

Reflexión

Avanza el recién iniciado Nuevo Año Litúrgico con el viernes de la primera semana del Tiempo de Adviento. En el día de hoy tenemos otro texto tomado del Evangelio según San Mateo, en esta ocasión se trata del milagro de la Curación de dos ciegos. San Mateo utiliza este relato en dos ocasiones (la otra está en Mt 20,29-34) y lo hace para recordarle a los cristianos de su comunidad el momento de su propia curación o salvación. El centro del relato o la clave para comprenderlo es la fe (tema que San Mateo suele destacar con mucha fuerza). La fe es la condición necesaria para que se realicen los signos (milagros) que manifiestan la llegada del Reino de Dios; de hecho, la fe es el contenido del diálogo de Jesús con los dos ciegos: “¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?… Sí Señor” (versículo 28); “Que suceda como ustedes han creído.” (versículo 29). Este hermoso diálogo nos muestra que la fe es una relación personal del creyente con Jesús, relación personal, en medio de la cual, se da el encuentro salvador con el Señor. Al respecto cometa San Hilario de Poitiers: «En efecto, los ciegos vieron porque habían creído, no creyeron porque habían visto. Por ello hay que entender que se necesita merecer con la fe lo que se pide y no hacer depender la propia fe del resultado obtenido». La alegría del encuentro con el Señor, la alegría de la curación de la ceguera, la alegría de la salvación es tan grande que no se puede ocultar, a pesar de la advertencia de Jesús. «Es que no se pudieron contener [comenta San Juan Crisóstomo] y se convirtieron en heraldos y evangelistas del Señor».

¿De qué ceguera tiene que sanarme el Señor? ¿Cómo fue mi primer encuentro con Jesús? ¿Cómo evalúo mi propia fe?

Categories: Evangelio diario

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