Con los buenos hijos nos ocurre lo mismo que con las puestas de sol: vemos su existencia como lo más natural del mundo.
La mayoría de los padres no tenemos idea de cuánto los hijos se esfuerzan por agradarnos ni de cuánta tristeza los embarga cuando creen que han fallado. Sus vidas son hermosas como las puestas de sol, pero a veces nos acostumbramos tanto a ellos que nos olvidamos de darles las gracias por existir.
Oremos para que el Señor nos permita dialogar con nuestros hijos: Jesús que nos enseñaste con simpleza tu sabiduría, permíteme compartir ese don en la comunicación con mis hijos e hijas. Hazme confiable para compartir sus penas y alegrías. Multiplica mi tiempo para regalárselos con abundancia y hazme presente en sus recuerdos cuando parta de este mundo. Amén
Félix Soto
Capilla Santa Irene, Parroquia Jesús es el Señor, La Florida
¿Conversas con tus hijos e hijas acerca de sus vidas cotidianas? ¿Tienes tiempo para jugar con ellos?
