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Lucas 7,36-50: Sus Muchos Pecados Están Perdonados, Porque Tiene Mucho Amor

15 de Setiembre 2022     Freddy Araya    

sabado 22

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Continúa el evangelista Lucas narrándonos esta sección en la cual Jesús rompe las barreras de lo puro e impuro, buscando restablecer a las personas marginadas por estas barreras; hoy se nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer pecadora, iluminando el relato con la parábola del prestamista y los dos deudores. Un “valiente” fariseo llamado Simón invita a Jesús a comer con él (¡qué dirían los demás fariseos!) y es en esa comida donde se presenta una pecadora que muestra su gran amor por el Señor ungiendo sus pies con un perfume y, llorando por la emoción de estar con Él, moja sus pies y los seca con su cabello suelto (signo de su condición pecadora). Jesús nuevamente rompiendo la barrera de la pureza legal deja, sorprendentemente, que la pecadora lo toque, lo bese, le lave y le unja los pies; esto le parece mal a Simón y cuestiona en su interior su condición de “profeta” y es que los fariseos consideraban que era necesario apartarse como de la peste de los pecadores y con esto condenaban a las personas, que caían en esa categoría, a la marginalidad, a la muerte social y religiosa, a la pobreza absoluta; ellos las aparataban incluso de la misericordia de Dios. Pero no es así para Jesús, porque Él es el rostro de la misericordia de Dios, Él se acerca a los pecadores, se deja tocar, los toca, les muestra su misericordia, les ofrece su perdón. Por eso la pecadora demuestra mucho amor porque sus muchos pecados han sido perdonados y se le perdonan sus numerosos pecados porque demuestra mucho amor. «Cristo es nuestro amor [comenta San Ambrosio]. El amor es bueno puesto que se ofreció a la muerte por nuestros pecados; el amor es bueno porque perdonó los pecados».

¿He experimentado la misericordia del Señor? ¿Cómo es mi actitud hacia los pecadores? ¿Qué lugar ocupa en mi vida el Sacramento de la Reconciliación?

Categories: Evangelio diario

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