+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!
Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el largo y decidido camino de Jesús hacia Jerusalén, donde él sabe que le espera la Cruz y la Gloria, el Señor aprovecha el viaje para instruir intensamente a su discípulos y discípulas; en efecto San Lucas nos introduce hoy a la invitación que hace Jesús a la vigilancia y a la fidelidad, un texto que reúne tres parábolas: los servidores fieles, el dueño de casa y el ladrón y los dos administradores. En estas parábolas encontramos indicaciones de orden eclesiológico, ya que los servidores y administradores que en ella se nombran hacen referencia a los que prestan servicios en la comunidad cristiana, según estas enseñanzas, ellos deben ser fieles y no provocar problemas en la comunidad. Pero hoy nos corresponde leer sólo la primera de estas parábolas, la de los servidores fieles, con ella Jesús advierte con fuerza que sus discípulos, en lugar de estar preocupados por las cosas materiales, deben estar esperando su venida, la vendida del Reino de los Cielos que llega con la predicación de Jesús, pero también su retorno, su venida como el Hijo del Hombre en gloria y majestad en el último día. Cabe destacar que los judíos se ceñían la cintura para salir de casa o para ejecutar algún trabajo, por lo tanto, la cintura ceñida es signo de estar listo para algo, lo mismo significa el hecho de estar con las lámparas encendidas. Así debe estar preparado y dispuesto en todo momento el verdadero cristiano, sólo así se sentará en el banquete celestial donde será servido por el mismo Señor (ver Lc 22,24-27); este cambio de roles entre el Señor y el servidor (ver contraste con Lc 17,7-10) nos quiere indicar la total y absoluta gratuidad de Dios.
¿Estoy preparado (a) para el encuentro con el Señor? ¿Son las posesiones o bienes materiales un impedimento? ¿Anhelo, en mi corazón, participara del banquete celestial junto con el Señor?