Hay, pues, que crear el culto de la responsabilidad. Hacer consciente a cada joven y aún a cada niño, que es una persona, que en sus manos hay latente un inmenso poder, para el bien como para el mal, que así como los átomos microscópicos son capaces de esa tremenda energía cuando se la logra desencadenar, así ellos también son potenciales de felicidad ajena, de resurrección nacional. ¡Responsabilidad! ¡Responsabilidad! ¡Responsabilidad! Es una palabra que los educadores han de predicar en todos los tonos y en todos los momentos a los educandos. No cumplen ellos su responsabilidad si no dan responsabilidades. No merecen respeto, si no respetan a los menores; no son de fiar, si no aprenden a fiarse. No deben dirigir si no enseñan a dirigir, si no van entregando gradualmente la responsabilidad de sus acciones a aquellos que la han de tener toda la vida. Es una horrenda tragedia para un joven encontrarse de repente con su destino en sus manos, sin haber hecho nunca antes la experiencia de su propio gobierno; encontrarse en un momento frente a responsabilidades sin haber tenido nunca ocasión de actuar frente a los demás.
por San Alberto Hurtado
¿Qué te dice el Señor? ¿a qué te invita?