Las grandes cosas se realizan en el silencio, nos dice Guardini. No en el ruido y en la «mise en scene» de los acontecimientos exteriores sino en la claridad de la mirada interior… en los sacrificios y las victorias calladas, cuando el amor toca el corazón y la acción solicita al espíritu libre… Las potencias silenciosas son las potencias verdaderamente fuertes. De ahí que nos hable, lógicamente, de la Encarnación de Dios como el suceso más oculto, el más silencioso, cuyas fuentes secretas están perdidas en Dios, inaccesibles a las miradas y oídos humanos indiscretos. Sólo el amor hace esas cosas.
El desierto tiene valor porque revela el silencio. Y el silencio tiene valor porque nos revela a Dios y a nosotros mismos.
¿Qué cambios necesito?
¿Qué puedo hacer? ¿Qué me pide el Señor?
