¿Y qué hizo el hombre? Basta mirar lo que le hicimos a este niño del pesebre de quien Isaías había anunciado:
«Por que nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo,
Al cual se le ha concedido el poder de gobernar.
Y le darán estos nombres:
Admirable en sus planes, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de la paz.
Se sentará en el trono de David;
Extenderá su poder real a todas partes
y la paz no se acabará;
su reinado quedará bien establecido,
y sus bases serán la justicia y el derecho
desde ahora y para siempre.
Eso lo hará el ardiente amor del Señor todopoderoso.»
A este niño de la mirada tierna y sonriente del pesebre terminamos recostándolo en una cruz y diciendo por boca de Pilato, representante de los poderosos de este mundo, el «Ecce Homo»: Eh aquí el hombre, varón de dolores, el despreciado de los hombres y abandonado de Dios. Es conveniente que perezca un solo hombre por el pueblo. Creyendo que eliminándolo se librarán de él, sin darse cuenta, cumplieron el plan de Dios. Por su muerte y resurrección Jesús, el niño del pesebre, entró en la gloria, y en él se realizó la otra cara de la medalla, la humanidad en la persona del Verbo se hizo Dios. Desde entonces la Humanidad ya está plenamente realizada, humanizada y divinizada en una alianza eterna que nada ni nadie podrá ya romper. En Cristo todos estamos ya salvados y vivificados, y lo que aún no se ha revelado plenamente se hará patente en nuestra propia resurrección en la consumación de los tiempos cuando Cristo vuelva en gloria y majestad. Ante el Niño del Pesebre renovemos nuestro compromiso como cristianos.
¿Qué te dice el Señor al finalizar el día?