No es difícil encontrar al Niño la noche de Navidad. Está tan accesible, tan indefenso, tan al alcance del que se acerque… Está ahí para ser visto, oído, palpado. “La vida se manifestó, y nosotros la vimos y damos testimonio” (1 Jn 1,2).
Lo difícil es continuar el encuentro, convertirlo en el punto de orientación de la vida entera, seguir encontrando a Alguien que ya no está en Belén, sino en este mundo nuestro de antenas parabólicas, asfalto, música rock y jeringuillas en los descampados. Hay que seguir buscándolo; pero a estos aprendices de buscadores que somos nosotros no se nos da más que una señal: “Encontrarán un niño”.
¿Qué le dices al Señor en este día que concluye?