+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
“No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?”
Entonces Yo les manifestaré: “Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande”.
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque Él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el texto de hoy San Mateo nos trae la conclusión del sermón de la montaña, en la cual se nos presenta una exhortación a la obediencia y la fidelidad. En primer lugar (versículos 21-23), Jesús dice que para ser verdaderos discípulos no basta con hacer milagros, profetizar, sanar e invocar su Nombre, sino que además tienen que ajustar su conducta a la voluntad del Padre que está en el cielo. En segundo lugar (versículos 24-27), Jesús nos presenta la parábola de las dos casas que es una comparación entre dos constructores uno necio e incapaz y el otro sensato y práctico; el necio es el mal discípulo que oye las palabras de Jesús pero no las practica, el sensato, en cambio, es el que escucha las palabras del Señor y las pone práctica; Jesús enseña que Dios exige una fiel y constante obediencia, por lo tanto, la palabra de Jesús compromete la vida de sus discípulos. En tercer lugar (versículos 28-29), San Mateo nos presenta la conclusión del Sermón de la montaña, con este enunciado: “Cuando Jesús terminó de decir estas palabras” y, destacando que Jesús enseñaba con autoridad y no como los escribas; efectivamente Jesús no recurría a discusiones o comparaciones con otros maestros (como hacían los escribas), Él simplemente sentenciaba: “pero yo les digo”, demostrando que su enseñanza venía sólo de Él y eso asombraba a las multitudes.
Me pregunto ¿Qué he aprendido del Sermón de la montaña que hemos concluido hoy? ¿Cómo se ajusta mi conducta a la Voluntad de Dios? ¿A cuál de los dos constructores me parezco?