+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que Él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.
Palabra del Señor.
Reflexión
La vida de Jesús es una continua itinerancia, es un ir de un lugar a otro, y siempre al encuentro de las personas; siempre movido por el deseo de hacer el bien, de curar, de sanar, de liberar al que más lo necesita y más marginado está; esto es lo que nos presenta el Evangelio de hoy. En esta etapa Jesús había alcanzado una gran popularidad. El autor del Evangelio, había relatado recién el misterioso episodio en que Jesús había dado de comer a cinco mil personas, después que lo habían oído predicar. Jesús está lleno del Espíritu de Dios Padre que ama a todos los hombres y quiere su bien. Jesús se pone al alcance de las personas para hacerse “tocar” por ellas. No puede evitar que la gente lo rodee y le acerque sus enfermos y todas sus necesidades. Jesús sabe que su vida está entregada a todos los dolientes y excluidos. Y esta actitud también es modelo para cada uno de nosotros, para todos los que nos consideramos sus discípulos.
Marcos afirma “todos los que le tocaban quedaban curados”. El magnetismo de Jesús es extraordinario. Comparto yo el entusiasmo de las multitudes o me estoy perdiendo la acción? ¿Qué dificultades supero yo para llegar hasta Él? – como levantarme temprano para orar, o ir a visitar a un enfermo, u ocupar parte de uno de mis buenos momentos, en un día ajetreado, para sentarme con Él?