Loading

Marcos 3, 31-35: El que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

28 de Enero 2020     Freddy Araya    

banquete del Reino

0
Compartidos
0

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos

Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Jesús ya había invitado a aquellos que lo habían seguido, en la vida totalmente nueva de los miembros del Reino de los Cielos. Luego, nacidos en esa nueva vida, serían sus hermanos y hermanas en una forma diferente, un lazo más hondo que los lazos normales de una familia. Ésta es la invitación que nos extiende a todos, nosotras y nosotros. Bajo estas coordenadas estamos llamados a acoger la pregunta que nos trae hoy el Evangelio: “¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos?”  Jesús no desestima sus relaciones familiares sanguíneas. Al contrario, le da un nuevo significado. El Señor tiene un corazón universal, no se deja limitar. Las únicas fronteras de su familia son las fronteras del mundo; se siente hermano de todo aquel que hace la voluntad de Dios. Por eso, siguiendo al Señor, podemos afirmar que la esencia de ser cristiano es ser capaz de ensanchar nuestras relaciones – de confianza, afecto, compromiso, lealtad, fidelidad, bondad, consideración, compasión, misericordia, buena voluntad, aliento, apoyo, fortaleza, protección – todas las cualidades que ligan a las personas en amor mutuo y en unidad… así desde ahora, todos somos familia de Jesús.

Siempre revisando nuestra fidelidad a la voluntad de Dios y mirando la realidad de tantas familias frustradas, desestructuradas o en peligro de ruptura, nos podemos preguntar: ¿Podremos nosotros, desde nuestras comunidades, ofrecer una forma de “familia” más atrayente, interpelante, capaz de enriquecer a la “normal” experiencia familiar? 

Categories: Evangelio diario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Valoración*