+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos: “Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”
El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: «Mi señor tardará en llegar», y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto recibirá un castigo severo. Pero aquél que, sin saberlo, se hizo también culpable será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más”.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
El evangelio de hoy nos lanza de nueva una exhortación a la vigilancia con otras dos parábolas. Ayer la parábola era sobre el dueño y el empleado. Hoy, la primera parábola es sobre el dueño de la casa y el ladrón y la otra habla del propietario y del administrador. El permanecer alerta no significa vivir en un estado de ansiedad nerviosa. Tal vez, es como la sintonía de una radio, o una cuenta de correo bien configurada, lista para recibir todos los mensajes que lleguen. Y de alguna manera, responder desde la situación donde nos encontramos. Se trata de un llamado a la responsabilidad. Si sabemos lo que se espera de nosotros, pero nos quedamos cortos, entonces se nos llamará a rendir mayores cuentas Hoy, más que nunca, estamos llamados a responder a la altura de lo que se nos ha confiado y poder generar vida, calidez, justicia, encuentro y paz en la medida que tengamos alguna posibilidad de ayudar a hacerlas expresión visible de la presencia de Dios que acompaña a su Pueblo Peregrino.
Mirando los dones recibidos, cómo pasa el tiempo y, mirando la propia responsabilidad en su desarrollo y entrega: ¿cómo los estoy poniendo al servicio de mi comunidad, de mi familia, de los hermanos más pobres? ¿Estoy viviendo con fidelidad y entusiasmo el proyecto al que me ha llamado el Señor?