La soledad es vista tanto como una epidemia que golpea la vida de tantas personas en ciudades moderna, pero también es vista en el caso de quienes la buscan, como una oportunidad. En este caso, entenderemos el primer aspecto de la misma, esta soledad que es la situación de los que están privados de la ayuda y la compañía que le es debida, que de una u otra forma nos es necesaria a todos, y por ella muchos se encuentran en un estado de postración, de sufrimiento, próximos en muchos casos al
desánimo o a la desesperación. Es la soledad de los niños, de los ancianos, de los adolescentes y jóvenes que buscan hacerse de una identidad, solos aunque uno junto a otro, muchos que con frecuencia están enfermos o con achaques propios del dolor de la vida, tantos enfermos que se sienten sin valor, aislados, los mismas personas que se han caído y no encuentran una mano amiga, en la cárcel o forasteros, refugiados. Pensemos también en la soledad de los que esperan un juicio, la soledad del
cansancio, tantas soledades que en la propia familia se experimentan con tanta frialdad. Oremos pues al Señor que está siempre a nuestro lado, el Señor que no nos dejará. Oremos con fe.
¿Qué te pide el Señor en este día?
¿Qué le dices al Señor antes de tu descanso?