+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: “Éste es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos”.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla”. Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, su hija, también llamada Herodías, bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: “Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y ésta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
Palabra del Señor.
Reflexión
Los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor. Somos capaces de entregar la vida por los demás, de hacer felices a los que viven con nosotros, de luchar por un mundo mejor donde la justicia y el amor reinen… y somos capaces de lo peor, de matar a nuestros hermanos, los hombres, en guerras y fuera de las guerras, de cometer todas las injusticias posibles, de hacernos la convivencia desagradable e irrespirable… El evangelio de hoy nos relata una de esas injusticias humanas que, nunca mejor dicho, claman al cielo: se nos describe cómo Juan Bautista fue víctima de la corrupción y de la prepotencia del gobierno de Herodes. El evangelista denuncia la red de complicidades que se dan en esta muerte y anticipa la que se tejerá en torno a la muerte de Jesús. A todos nosotros se nos invita a descubrir en la Palabra de Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de esperanza el mundo.
¿Conoces a personas que murieron víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en nuestra iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo? ¿En qué medida hay Herodes y Bautistas en nosotros?