+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: “Jamás se vio nada igual en Israel”.
Pero los fariseos decían: “Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy Martes, el Evangelio nos habla de la curación de un endemoniado mudo que provoca diferentes reacciones en los fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos, por otro lado, la multitud se maravilla. La presencia viva de Jesús expulsa esos demonios. No por la autoridad del príncipe de los demonios, sino con la autoridad de quien saber amar y hacerse uno como nadie. En el entorno de Jesús nunca faltaron los problemas y las escandalosas limitaciones, pero siempre hubo esmero por la palabra y la comunicación.
La bondad de Jesús para con los pobres molestaba a los fariseos. Ellos recurren a la malicia para deshacer y neutralizar el malestar causado por Jesús. ¿Hay muchas actitudes buenas en las personas que me incomodan? ¿Cómo las interpreto: con admiración agradecida como la gente o con malicia como los fariseos? ¿Me siento llamado/a a continuar esta misión sanadora-liberadora del Señor?