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Juan 5, 31-47: Estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.

4 de Abril 2019     Freddy Araya    

Lc. 21, 5-11

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

Jesús dijo a los judíos:
Si Yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y Yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que Yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que Él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres. Además, Yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que viene del único Dios?
No piensen que soy Yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que Yo les digo?
Palabra del Señor.

Reflexión

El Evangelio de Juan, nos sitúa en la incredulidad del pueblo judío, que goza de testimonios claros por una parte de los profetas, por otra, el testimonio más reciente de Juan, que era la lámpara que ardía y brillaba, y los judíos quisieron gozar por un instante de su luz. Así, Jesús sigue explicando quién es y para qué ha venido, pero sus interlocutores no lo comprenden. Vale preguntarse si nosotros somos capaces de reconocer su presencia salvadora y de acogerla con todo lo que eso implica o más bien, tratamos de encasillar a Dios en nuestros propios esquemas.

En esta Cuaresma abre Señor nuestro corazón para recibir las palabras de tu Hijo. Danos un corazón silencioso y abierto para recibir esta Palabra en nuestro corazón, leerla, meditarla, hacerla nuestra y danos un corazón generoso, servicial, dispuesto a amar bien a nuestros hermanos. Un corazón dispuesto a querer y convertirse. 

Categories: Evangelio diario

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