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Mateo 4, 12-17. 23-25: El Reino de los Cielos está muy cerca.

7 de Enero 2019     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
“¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!”
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz”.
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”.
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Palabra del Señor.

Reflexión

Aunque hace poco celebramos la navidad, la reflexión de la liturgia nos presenta al Jesús adulto que abandona su vida en Nazaret para comenzar con el ministerio de la predicación de la buena noticia. El evangelio hoy resume en breves líneas el primer ministerio de Jesús en Galilea sin silenciar una de sus genuinas características: el evangelio es un anuncio de salvación dirigido a todos los hombres, pues para todos ellos es el Reino de Dios. Jesús comienza su ministerio público por las periferias. “Galilea de los paganos” era la forma de decir que esta provincia fronteriza, limitante con otros pueblos, era considerada una región marginal desde el punto de vista religioso, una región alejada de la capital, Jerusalén, y del Templo. Jesús recorre y anuncia el Reino, por allí donde los atormentados y doloridos están esperando luz para sus vidas. Así esta Palabra nos interpela, pues a veces se nos olvida que hay mucha gente que vive en tinieblas, que no sabe que es posible ser feliz en medio de los problemas, que ha perdido por completo la esperanza. Y debería darnos vergüenza tener el mayor de los regalos, al mismo Hijo de Dios con nosotros, y no ser capaces de compartirlo. O compartirlo con los más próximos, o con los que ya lo conocen. Jesús predicaba en las sinagogas, y no distinguía entre amigos y enemigos. Si somos de los de Dios, hay que abrir el corazón, y volcarnos a quien nos necesite.

A la luz del evangelio de hoy nos podemos preguntar: ¿Estamos irradiando la luz de Cristo para nuestros hermanos? ¿Estamos dispuestos a salir de nuestro espacio de confort?

Categories: Evangelio diario

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