+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
“Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado!
Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo”.
Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”.
Él respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella les obedecería”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy nos presenta tres distintas palabras de Jesús: una sobre cómo evitar el escándalo de los pequeños, la otra sobre la importancia del perdón y una tercera sobre el tamaño de la fe en Dios que debemos tener. Sin embargo, resulta muy necesario abrirnos al mensaje de esta Palabra que se nos regala hoy. Especialmente porque detrás de la palabra “escándalo”, Jesús nos está indicando que habla de aquellos que, con su actuación, están causando un daño grave a los pequeños, los débiles, los que no tienen posibilidades de defensa. En cualquier ámbito o esfera de la existencia. Y nuestra comunidad eclesial no está libre del escándalo producido por sus miembros… ¡qué importante será no mirar para otro lado y saber poner el remedio posible! Pero, por otro lado, del escándalo, Jesús pasa de inmediato al tema del perdón. Un perdón que tendríamos que ser capaces de otorgar siempre. Pero, perdonar no es fácil. El corazón queda herido y la razón presenta mil motivos para no perdonar. Solo con mucha fe en Dios es posible llegar hasta el punto de tener un amor tan grande que nos haga capaces de perdonar hasta siete veces. Así como los apóstoles se dieron cuenta de que la propuesta de Jesús supone, muchas veces, dificultades casi insuperables, hoy nosotros nos dirigimos a Él, con la petición más adecuada: “auméntanos la fe”.
La fe hace que nuestro corazón confíe plenamente en Dios y haga posibles innumerables realidades, por eso nos hacemos estas preguntas: En mi vida, ¿he sido alguna vez motivo de escándalo para mi prójimo? O alguna vez los demás ¿han sido motivo de escándalo para mí? ¿Soy capaz de perdonar siete veces al día al hermano o a la hermana que me ofende siete veces al día?
