Loading

Juan 2, 13-22: No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio

9 de Noviembre 2018     Freddy Araya    

7

0
Compartidos
0

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó las mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consumirá”.
Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”
Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.
Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?”
Pero Él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy se celebra la dedicación de la Basílica de Letrán y el Evangelio nos muestra el encuentro de Jesús en el templo con personas que buscan no necesariamente buscan a Dios, sino con comerciantes de lo sagrado: el importe por instalar los puestos de venta era entregado al sumo sacerdote. Jesús escoge esta ocasión (la pascua) y este lugar (el templo) para ofrecer un signo. El templo no es ya el lugar del encuentro con Dios, sino un mercado donde rige la presencia del dinero. El culto se ha convertido en pretexto para el lucro. Jesús ataca la institución central de Israel, el templo, símbolo del pueblo y de la elección. Denuncia que ha sido usurpada al templo su función histórica: ser símbolo de la morada de Dios en medio de su pueblo. Más allá de los gestos airados con los que acostumbramos a imaginarnos a Jesús al expulsar a los comerciantes del templo, lo importante es hacer ver que todo aquel montaje mercantil en torno al templo no era necesario para la nueva religión, la personal, la que pone en su centro al Dios de Jesús que privilegia la misericordia ante cualquier sacrificio de animales, por muy legitimados que estuvieren por la tradición.
¿Revisamos aquellas cosas que en nuestras tradiciones religiosas y cultuales nos alejan del seguimiento de Cristo? Que el Señor permita que el templo de nuestra vida esté dispuesto para cuando venga y no convertido en otra cosa.

Categories: Evangelio diario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Valoración*