+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y Él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas». Pero Él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
A la pregunta que se le hace, Jesús no da una respuesta directa, porque va a una cuestión mucho más esencial y profunda que la cantidad de personas que se han de salvar. Se interesa por estimular el compromiso por el reino e impulsar el empleo de nuestras energías por su causa. Jesús nos recuerda que no son los títulos y honores los que nos habrán de llevar a la salvación, sino nuestra conversión al mensaje y al amor de Dios. Por eso vale la pena preguntarse ¿Cómo consideramos a los que, según nuestro criterio, están lejos de Dios? Tal vez nuestro juicio se base solamente en cuestiones externas. Jesús afirma que vendrán de todos lados a ocupar su lugar en el banquete del Reino. Porque eso es lo que quiere hacer el Padre: poner una mesa con lugar para todos los que quieren encontrarse con él, sin hacer diferencias por el lugar o la condición de donde provienen. La Palabra de Dios hoy nos invita a estar alerta, atentos, entregados en el seguimiento de Jesús. Nos invita a tener sentimientos de acogida y misericordia con todos. Los de fuera también se sentarán a la mesa del Reino de Dios. No pueden sernos indiferente quienes para Jesús, para Dios, son también hijos elegidos.
¿Tenemos conciencia de construir el Reino con nuestros comportamientos, nuestra mirada misericordiosa y nuestro compromiso con los últimos?