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Mateo 23, 13-22: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!

27 de Agosto 2018     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: “Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale”! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: “Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar”. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por Aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.Palabra del Señor.

Reflexión

Los próximos días vamos a meditar el discurso que Jesús pronunció criticando a los doctores de la ley y a los fariseos, llamándolos hipócritas. Estos hombres, a través de sus doctrinas, de su interpretación de la ley y de sus prácticas, habían dejado sin efecto los mandamientos de Dios. Queriendo acercarse a Él, se habían alejado. Era más importante el diezmo que atender a los padres, por ejemplo. En este párrafo, se repite varias veces la palabra “ciegos”. Jesús denuncia a quienes se supone que tendrían que ver más claramente sobre las cosas de Dios, pero están ciegos por su error. Al denunciarlos, está señalándonos también a nosotros el cuidado que debemos tener. Abramos los ojos y actuemos con discernimiento, para no dejarnos engañar por cualquiera que quiera presentarse como guía o maestro y, en realidad, es un farsante. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, nos mueve muchas veces el sentimiento, otras el interés, alguna vez nos mueve sacar el mejor partido de algo, pero así sólo vemos lo que queremos ver y no la realidad, que no queremos ser sino parecer.

Nosotros, que no somos fariseos, podemos hacer algo parecido hoy… ¿Con qué actitudes? ¿Qué tendríamos que cambiar para dejar atrás nuestras cegueras?

Categories: Evangelio diario

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