+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy forma parte de la larga crítica de Jesús contra los escribas y los fariseos. Jesús es duro al criticar la hipocresía de los fariseos y los maestros de la ley, que cuidan más las apariencias que el ser y que todo lo hacen para ser honrados y aplaudidos. Advierte a sus discípulos, y nos advierte a nosotros, para que no caigamos en la misma tentación de vivir una doble vida. El Señor quiere que sus seguidores sean auténticos, que sus palabras estén avaladas con su vida. El mundo necesita testigos, no maestros. Y en este sentido, cabe destacar también que la autoridad no siempre es garantía de verdad. Lo fundamental discernir y actuar de manera madura ante quien se presenta como maestro o salvador. Jesús, hoy, nos enseña el camino a seguir discerniendo y para llegar a ser verdaderos discípulos suyos. Que el Señor nos ayude a descubrir lo que en nuestra vida hay de hipocresía y nos dé la gracia de buscar humildemente la Verdad y vivirla fielmente en el Amor.
A la luz del texto hoy nos podemos preguntar ¿Qué nos motiva para vivir y trabajar en la comunidad? ¿buscamos los aplausos o el seguimiento auténtico del Señor?