+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san 3, 31-35
Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”.
Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor.
Reflexión
“¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos?” es la pregunta que nos trae hoy el Evangelio. Jesús no desestima sus relaciones familiares sanguíneas. Al contrario, le da un nuevo significado. El Señor tiene un corazón universal, no se deja limitar. Las únicas fronteras de su familia son las fronteras del mundo; se siente hermano de todo aquel que hace la voluntad de Dios; así desde ahora, todos somos familia de Jesús.
Hoy la contemplación de Jesús con los suyos, la escucha de su palabra, pueden llegar a ser una verdadera medicina para tantas familias frustradas, desestructuradas o en peligro de ruptura.
Siempre revisando nuestra fidelidad a la voluntad de Dios, también nos podemos preguntar: ¿Podremos nosotros, desde nuestras comunidades, ofrecer una forma de “familia” más atrayente, interpelante, capaz de enriquecer a la “normal” experiencia familiar?