No camines delante de mí: no puedo seguirte.
No camines detrás de mí: no puedo no guiarte.
Camina a mi lado y acompaña mi marcha.
La meta se alcanza caminando con alegría
cada día. Superando las paradojas que
hallamos a cada paso.
En la adversidad, conviene muchas veces
tomar un camino atrevido.
¿Qué le dices al Señor, al concluir el día?