+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”
Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
Reflexiona
En tiempos de Jesús, los recaudadores de impuestos para Roma, eran excluidos de la comunidad judía (al igual que el paralítico del evangelio de ayer) pues servían a una potencia extranjera realizando abusos con sus compatriotas. El evangelio nos señala que la invitación a ser discípulos de Jesús es para todos, es universal, es católica. La salvación llega a una mesa donde todos comparten bajo un mismo techo. Ante el cuestionamiento de los fariseos Jesús les responde con palabras del profeta Oseas haciendo hincapié en la misericordia divina la que le da sentido a su misión. ¿Se puede decir que nuestra comunidad cristiana es una casa donde todos pueden sentarse a la mesa a compartir?