+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!»
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: «¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?» Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre.»
Reflexionamos
• Esto que señaló Jesús hace casi veintiún siglos, sigue siendo muy necesario recordarlo hoy. Es en el corazón (o en la interioridad) de cada uno de donde brota aquello que nos humaniza y lo que nos deshumaniza, lo que nos hace crecer como personas y lo que nos degrada como tales. Por eso, más que echarle la culpa a lo externo (como muchos lo hacen, como ciegos que le echan la culpa al empedrado), hay que mirar qué hay en nuestro interior.