Lee atentamente los siguientes textos bíblicos.
¡Bendice al Señor, alma mía!
¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios,
vestido de gloria y majestad,
envuelto de luz como en un manto!
Tú despliegas los cielos como un toldo,
construyes sobre las aguas tu piso alto.
Tú haces tu carro de las nubes
y avanzas en alas de los vientos.
Tomas de mensajeros a los vientos
y como servidores un fuego en llamas.
Pusiste la tierra sobre sus bases,
por siempre jamás es inamovible.
Si envías tu espíritu, son creados
y así renuevas la faz de la tierra.
¡Que la gloria del Señor dure por siempre
y en sus obras el Señor se regocije!
él, que mira a la tierra y ésta tiembla,
y si toca a los montes, echan humo.
Al Señor quiero cantar toda mi vida,
salmodiar para mi Dios mientras yo exista.
Ojalá que le agrade mi poema,
yo, como sea, me alegro en el Señor.
¡Desaparezcan de la tierra los pecadores
y que no existan más los malvados!
¡Alma mía, bendice al Señor!
• Todas las criaturas tienen una finalidad original. Tengo que vivir entre las cosas creadas de tal manera que yo viva mi propia finalidad. Hago uso de las cosas o no, las disfruto o no, tanto cuanto me ayuden a expresar mi finalidad original.
• Aún dentro de este orden y armonía, el Creador, con su fineza, nos deja libres. Tenemos que elegir lo recto, lo justo, lo ordenado. Cuando elegimos lo opuesto, creamos caos en el mundo. Eso lo sabe Dios, pero siempre ha tenido la esperanza de que la humanidad lo pondrá a él primero. Y sigue confiando y esperando en nosotras, en nosotros…
• La voluntad de Dios, lo que Dios quiere para nosotros, es nuestra paz. No es una paz de silencio y muerte, sino la paz de un amor dinámico y ordenado.
¿Qué cosas he recibido como regalo en este día?
¿De qué le agradezco al Señor al finalizar el día?
¿Qué me dice el Señor hoy?
