Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”
Jesús les respondió: “¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”
Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Reflexionamos
La actitud de los fariseos no nos resulta extraña. Es muy fácil ponerse a la orilla del camino y criticar lo que hacen los demás. Claro, a partir de los propios estándares y puntos de vista. Para Jesús sólo hay un criterio: amar. Todo lo demás es superfluo, incluso algunas leyes religiosas que, siendo buenas, no son esenciales.
Trata de mirar en este día qué límites te pones para hacer el bien. Quizás te sorprendas que algunos límites, siendo razonables, yerran el blanco.