Tras la muerte de su esposo, Margarita Bosco tuvo que luchar para terminar la recolección y, a la vez, preparar la marcha de la granja de Biglione. Procedió enseguida a arreglar el cobertizo que su esposo había comprado y lo transformó en una casita apta para ser habitada. La planta baja se transformó en una habitación multiuso y en cocina con hogar. El establo contiguo, apenas capaz de alojar una vaca y su ternero, no sufrió cambio. El pajar, encima del establo, lo transformó en dos pequeñas habitaciones, a las que se accedía por unas es- caleras externas, y desde dentro, por un escotillón en el techo. Al lado del establo quedaba un espacio que se podía usar de henar o almacén.
La familia Bosco se instaló en la pequeña casa en noviembre de 1817. Formaban la familia Margarita Occhiena Bosco, 29 años, su hijastro Antonio José, 9 años, sus hijos José Luis, 4 años, y Juan Melchor, 2 años, y su suegra casi inválida, Margarita Zueca Bosco, de 65 años.
En 1826 murió la abuela, Margarita Zueca, pero incluso sin su presencia, la casa resultaba incómoda, ya que los chicos iban creciendo. En febrero de 1828, Margarita compró una sección contigua adicional del edificio y la unió a la pequeña casa. Consistía en un pórtico adyacente a la cocina con una habitación sobre él. Con esta remodelación, la casa alcanzó casi totalmente su forma definitiva.
De esta manera, la pequeña casa de I Becchi, como será conocida más tarde, llegó a ser la casa donde Juan encontraría cariño y alimento en su niñez y adolescencia. Aquí, bajo la firme, pero amable, dirección de Margarita, Juan recibió su primera educación, así como su iniciación espiritual y cristiana. Oración, trabajo según las fuerzas y capacidades de cada uno, un estilo de vida duro, que excluía mimos y autocomplacencias, y actitud abierta hacia los demás convirtieron a Juan en una persona confiada en sí misma, llena de iniciativas y creativa desde sus primeros años.
¿A qué me invita el Señor hoy antes de mi descanso? ¿Qué le digo al Señor antes de dormir?