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Mateo 15, 21-28: Mujer, ¡qué grande es tu fe!

7 de Agosto 2019     Freddy Araya    

17-10-2017

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero Él no le respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.
Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Pero la mujer fue a postrarse ante Él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”
Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.
Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”
Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!” Y en ese momento su hija quedó sana
.

Palabra del Señor.

Reflexión

Estamos ante un texto un poco desconcertante. A las primeras comunidades cristianas les preocupa que Jesús, su mensaje, se abriera al mundo pagano, y es quizá en este contexto, donde hemos de situar el evangelio de hoy. Este pasaje capta la atención de aquella madre cananea que pide una gracia para su hija, reconociendo en Jesús al Hijo de David: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! La insistencia de la mujer es tan fuerte que «obliga» a Jesús a ensanchar su campo, a comprender que el amor del Padre no tiene límites. Esta extranjera atrevida nos enseña cómo pedir salud y salvación. Su deseo, la sanación de su hija, la lleva hasta el profeta itinerante que está recorriendo la región. Ella no se echa para atrás, sino que insiste y habla. Y con un ejemplo sencillo de la vida cotidiana, con lo que pasa alrededor y debajo de la mesa, consigue lo que tanto anhelaba: la apertura y acción de Jesús. Hoy nos encontramos en una situación cultural en la que la fe se ve retada a superar sus límites tradicionales, a entrar en otros campos, a responder a muchos gritos que no encuentran respuesta.

¿Cómo podemos hoy seguir rompiendo barreras? ¿Cómo evitar que la fe se convierta en algo cada vez más irrelevante, reservado a los de siempre?

Categories: Evangelio diario

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