Orar no es «pensar» en Dios. Sólo eso no basta. Orar es conversar con Dios como se conversa con una persona a la que le tengo mucha confianza: le cuento mis asuntos íntimos, lo que sufro y lo que me alegra, y sé que no va a ir con el chisme a nadie. Orar es tratar a Dios como amigo íntimo («como un amigo habla con otro amigo»), como algo muy natural,… read more