+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 9-15
Jesús decía a sus discípulos:
“Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los recibirán en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”.
Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: “Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres resulta despreciable para Dios”
Reflexión
El Evangelio de hoy nos presenta unas palabras de Jesús alrededor del uso de los bienes. De este modo Lucas forma una pequeña unidad alrededor del uso correcto de los bienes de esta vida y nos ayuda a entender mejor la parábola del administrador deshonesto que compartíamos ayer.
En nuestro país hace sólo algunos días se vivió una nueva versión del Cyber Monday, mientras en paralelo las autoridades mostraban cómo ha aumentado la cifra de deudores morosos. En este contexto resulta muy interesante cómo hoy el Señor nos sigue llamando a una vida recta y a un seguimiento coherente. Nos advierte que las cosas de la tierra son pasajeras y apegarnos a ellas, podría alejarnos de lo que realmente importa. Es por eso que la rectitud y la coherencia en su seguimiento o mejor aún, la manifestación clara, en nuestra vida, en nuestras opciones, en nuestro día a día, deben señalar en definitiva a quién estamos sirviendo. Con este relato se nos cuestiona que una opción sea el querer acumular riquezas cuando se convive al lado de los pobres (cuando ellos están ahí, al lado nuestro).
Con María, madre de los pobres, nos podemos preguntar: ¿soy también presa de un consumismo que excluye al otro? ¿a qué señor sirvo?