Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
– ¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
– Ahora sé que de verdad me has perdonado – dijo Caín -, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de perdonar.
Abel dijo despacio:
- Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
¿qué te sugiere esta historia? ¿qué le pides al Señor, al terminar el día?
2 thoughts on “El remordimiento y la culpa”
Lo transforme en parte de mi vida, y creo que me acompañará hasta que me muera.
Sencillamente que solo se perdona cuando se olvida. No creo que se trate de un olvido sencillo como el de hacer algo, es un olvido mas místico y que en cierta forma se trata de un don que Dios nos concede después de mucha oración y que parte del perdonarse a uno mismo.